Bosque de piedras de Marcahuasi

Marcahuasi se encuentra en el pueblo de San Pedro de Casta, Provincia de Huarochirí en el departamento de Lima. A más de 4000 metros de altura. Siendo una meseta de carácter sagrado en la que podemos observar restos arqueológicos como chullpas y diversas construcciones así como muchas figuras con caprichosas formas, que ha dado lugar a diversas interpretaciones y polémicas para interpretar el origen de estas figuras.

El primer estudio sobre este lugar se publica en 1923 por el arqueólogo Julio C. Tello, quien realizó estudios de los distritos agrarios de la sierra limeña, relata la existencia de lagunas que estuvieron represadas y tenían sus canales de distribución de agua, como Pampacocha y Wayacocha ubicados en la ladera oeste de Marcahuasi. Aunque según pobladores de Casta dicen que, la meseta contaba con 12 lagunas o reservorios cada uno con su respectivo canal de irrigación. Y en la actualidad se pueden apreciar cuatro en las épocas de lluvias. Además encuentra indicios de ocupación humana que se produjeron entre las postrimerías del Imperio Huari y los inicios de la ocupación por parte de los Incas, según los estudios realizados en los restos arqueológicos del lugar.

En 1952 el Dr. Daniel Ruzo, publica su libro esotérico "Marcahuasi - La historia fantástica de un descubrimiento" basa su tesis en el origen en miles de fotografías de sus estudios de nueve años, por lo cual construye una cabaña al lado del Rostro de la Humanidad que aun se puede encontrar. Describe motivos arquitectónicos, zoomorfos, antropomorfos, metafísicos, etc. asegura la existencia de un macro-plano secreto entre las figuras y las esculturas, con la finalidad de situar la entrada de la caverna secreta subterránea de toda la montaña sagrada.

En 1971 se publica “el retorno de lo brujos” de Louis Pauwels y Jacques Bergier en el cual hacen referencia a la meseta:
“Nuestro amigo el explorador y filosofo peruano Daniel Ruzo, parte en 1952 a estudiar la altiplanicie desértica de Marcahuasi, a 3800 metros de altura, al oeste de la cordillera de los Andes. Esta planicie sin vida, que solo puede alcanzarse a lomos de mulo, mide tres kilómetros cuadrados. Ruzo descubre en ella animales y rostros humanos tallados en la roca y visibles únicamente en el solsticio de verano, gracias al juego de luces y sombras. Encuentra estatuas de animales de la era secundaria, como el estegosaurio; leones, tortugas y camellos, desconocidos en América del Sur. Una colina esculpida representa una cabeza de anciano. El negativo de la fotografía revela un joven radiante. ¿Qué rito de iniciación lo haría posible?...”

Aunque se sabe según tradiciones orales recogidas en la Provincia de Huarochirí según la religión de esta zona recogida por Luis E. Valcarcel y publicada en “Historia del Perú Antiguo”, que los Indios Huancas veneraban a Huari, quien fue un gigante, un Hércules de sus leyendas. También nos cuenta que le temían al "runa ñakak" o degollador. Este personaje también nos lo menciona Ruzo por lo que deducimos, que tuvo conocimiento de las tradiciones de los Huancas.

Además existe un manuscrito quechua sin título recogido a fines del s. XVI en la provincia de Huarochirí, perteneciente a la archidiócesis de Lima, Perú, por el sacerdote cuzqueño Francisco de Avila, la traducción al castellano la realiza José M. Arguedas, editada en 1966, con el nombre de DIOSES Y HOMBRES DE HUAROCHIRÍ, en el cual encontramos en el capítulo III con un relato de un mito que se encuentra dentro de todas las cosmogonías de las culturas antiguas como es el “diluvio”.

"Cómo pasó antiguamente los indios cuando reventó la mar"
En esta parte volveremos a las cosas que cuentan los hombres muy antiguos
Lo que ellos cuentan es como sigue: en tiempos antiguos este mundo estuvo en peligro de desaparecer. Un llama macho que pastaba en una montaña con excelente yerba, sabía que la Madre Lago [el mar] había deseado [y decidido] desbordarse, caer como catarata. Este llama entristeció; se quejaba: "in, in", diciendo lloraba, y no comía. El dueño del llama, muy enojado, lo golpeó con una coronta de choclo: "Come, perro -le dijo-, tú descansas sobre la mejor yerba". Entonces el llama, hablando como si fuera un hombre, le dijo: "Ten mucho en cuenta y recuerda lo que voy a decirte: ahora, de aquí a cinco días, el gran lago ha de llegar y todo el mundo acabará", así dijo, hablando. Y el dueño quedó espantado; le creyó. "Iremos a cualquier sitio para escapar. Vamos a la montaña Huillcacoto, allí hemos de salvarnos; lleven comida para cinco días", ordenó, dijo. Y así, desde ese instante, el hombre se echó a caminar, llevando a su familia y al llama. Cuando estaba a punto de llegar al cerro Huillcacoto, encontró que todos los animales estaban reunidos: el puma, el zorro, el huanaco, el cóndor, todas las especies de animales. Y apenas hubo llegado el hombre, el agua empezó a caer en cataratas; entonces allí, apretándose mucho, estuvieron hombres y animales de todas partes, en el cerro de Huillcacoto, en un pequeño espacio, sólo en la punta, hasta donde el agua no pudo alcanzar. Pero el agua logró tocar el extremo del rabo del zorro y lo mojó; por eso quedó ennegrecido. Y cumplidos los cinco días, el agua empezó a descender, se secó; y la parte seca creció; el mar se retiró más, y retirándose y secándose mató a todos los hombres. Sólo ése de la montaña vivió y con él volvió a aumentar la gente, y por él existe el hombre hasta hoy. Y nosotros bendecimos esta narración ahora; los cristianos bendecimos ese tiempo del diluvio, tal como ellos narran y bendicen la forma en que pudieron salvarse, en la montaña Huillcacoto.”       

Tal vez el “cerro sagrado” (Vilca-Coto) de este mito hace referencia a esos lugares y montañas sagradas como Marcahuasi, y a un hecho que sucedió en algún remoto pasado que se pierde en la oscuridad de los tiempos, pero se encuentran registradas por nuestras más antiguas tradiciones.

Estando en Marcahuasi sería bueno para aprovechar una noche en la intemperie para poder observar algunas figuras con la luz de la luna, además se obtiene una excelente vista del espacio, apreciándose claramente las constelaciones, así como gran cantidad de estrellas fugaces, y la salida de Venus que se observa muy brillante. Aunque sería bueno tomar las precauciones en cuanto al clima ya que llega bajar hasta cuatro grados bajo cero en las noches.

Además podemos observar a muchos animales que gozan de este inmenso paraje de piedra. Colibríes, perdices; vizcachas y zorros; águilas, halcones, lechuzas, pueblan las laderas circundantes, por las mañanas con un poco de suerte, también se pueden observar algunos cóndores sobrevolando por los acantilados a los costados de la meseta.