La Historia de Wirakocha Pachayachachi

Antes, muchos antes de la antigüedad, en la misma mañanita de los tiempos, lo primero que existió sobre este mundo fue la roca sólida, cubierta de la tierra (Wira) y el agua (Kocha). Del espíritu de estos dos seres latentes, apareció Wirakocha, el primer dios tutelar del río, del valle, de las montañas, de los cerros nevados, de las lagunas y mares.

Al principio, Wirakocha vivía solitario en medio de una gran penumbra y ya soñoliento y cansado de vagar en la oscuridad decidió fabricar con sus manos a los hombres y a los animales.
Los hizo de piedra, de todos los tipos y tamaños. Se entretuvo especialmente con los animales, haciendo a unos pequeños, iguales a un grano de quinua, y a otros grandes, tanto como una montaña. Pero los dispuso a manera de seres dormidos en la entraña de la tierra (Uku Pacha). Luego les dio vida y les hizo salir por cavernas, cuevas, bocas de los volcanes, manantiales, fuentes y lagunas, al mundo exterior, a este mundo (Kay Pacha).

Y a medida que aparecían les fue llamando por sus nombres y así les dejó estarse entre las penumbras. Ellos temerosos y desconcertados retornaron a sus cuevas. Entonces, Wirakocha, hizo arder el fuego (Kon) sobre una piedra chata que se puso blanca y cubrió con él a una gran piedra redonda, la metió en su honda y la arrojó al cielo y así apareció el sol, y cogiendo a la otra piedra donde había ardido el fuego la arrojó también al vacío y se convirtió en la luna y, con el tiempo, el sol y la luna tuvieron muchos hijos que se desparramaron como puñados de quinua en una pampa negra, fueron las estrellas. Finalmente, Wirakocha les indicó sus caminos en el firmamento y les ordenó que alumbraran a los hombres.

Desde entonces el todopoderoso dios creador fue llamado "Señor Supremo del Fuego, la Tierra y el Agua", es decir, Apu Kon Tikse Wirakocha.

Y  vio que hombres y animales apenas si eran diferentes pero actuaban torpes para todo, fue allí cuando decidió crear a sus dos primeros ayudantes llamándoles Imaymana y Tokapu con quienes se distribuyó la tarea de crear plantas y animales que faltaban pero con el exclusivo propósito de que sirvieran a Ios hombres.

Después de recorrer toda su creación el Señor Supremo del Fuego, Tierra y Agua, decidió con sus ayudantes conceder especiales poderes a la tierra para que de sus entrañas, al igual que cuando aparecieron los hombres, nacieran muchos frutos que sirvieran de alimento a los hombres y a los animales. Y así sucedió.

Pasaron muchos años, aparecieron nuevos dioses y tuvieron nuevas hazañas y vinieron otros hombres y enseñaron otras cosas, pero los viejos wankas, agradecidos, al nombre de Señor Supremo le agregaron el de Maestro de la Tierra -de este mundo - (Pachayachachi), y así le veneraron como Apu Kon Wirakocha Pachayachachi.

Carlos Villares Cairo